El Amor en Tiempos de Delivery.

Todos los que componemos la sociedad actual, sentimos frío tacto del cambio sobre nuestro cuello. En esta ocasión, desde Revista Bilis intentaremos abordar un aspecto que ha sufrido varios cambios de la actualidad: el amor.

—Por: Lautaro Russo.

Zygmunt Bauman, bautizó nuestra época actual como la «Modernidad líquida», debido a la escasa capacidad de perdurabilidad en los vínculos sociales.

Para nadie debe ser sorpresa que la era postmoderna, es decir, nuestra época actual, se caracteriza por un cambio rotundo y manifiesto con todo lo anteriormente establecido. Existe, también, una tendencia a creer que el cambio es benigno per se sólo por constituir algo nuevo. Ante esta idea, quiero posicionar completamente en contra. Las modificaciones en los valores y costumbres socio-culturales deben ser progresivos y superadores. De lo contrario, se corre el riesgo de variar, no sólo sin efecto, sino para peor.

Precisamente sobre esto, quería expresarme hoy. Las relaciones amorosas has sufrido una curiosa metamorfosis. Si bien el abanico de posibilidades ha experimentado una apertura, que ha sido acompañada de un derrumbamiento de cuestionamientos excluyentes y hostiles, también se ha sufrido un cambio profundo en la perpetuidad del amor.

 Zygmunt Bauman, ha sido el responsable de catalogar a la era postmoderna como: “La Modernidad Líquida”. Este concepto, expresa como la era actual se cimienta en pilares endebles e intercambiables; a diferencia de la Era Moderna, donde la solidez de las relaciones bregaba por la perdurabilidad de las mismas. Esto, es absolutamente todo lo contrario a lo que sucede hoy en día. Todo, en nuestra sociedad actual, debe y tiene que ser intercambiable. Las experiencias placenteras deben ser remplazadas, cuando el gélido suspiro de la rutina nos cubra con su manto de monotonía. Carlos Díaz Lastreto (Díaz Lastreto, 2017), en referencia a cómo estos cambios han afectado las relaciones sentimentales, exclama: “O llevado al matrimonio, definido históricamente como una institución para toda la vida, como se ha transformado, de manera líquida, en algo mucho más transitorio, de menor duración, con menos expectativa de futuro y a la vez más centrado en la libertad de los contrayentes con sus sueños, deseos e ilusiones. No por nada otro libro del autor se llama “amor líquido.1 Como bien explica Díaz Lastreto (Díaz Lastreto, 2017), esta idea que estamos sobrevolando ha sido definida por Bauman como “Amor Líquido”, es decir, el amor en tiempos de la modernidad líquida.

En la era actual, todo es efímero. Pensar en cinco, diez o veinte años a futuro es un acto de rebeldía. El amor no escapa a esta lógica, puesto que el mismo es una construcción constante. En la actualidad, la sociedad está compuesta para evitar el sufrimiento, el dolo, a todos sus individuos. No es de extrañar que, ante la primera complicación, las personas se desesperen por conseguir lo último que la góndola amorosa les puede ofrecer. Al fin y al cabo, esta práctica es la que emprenden en todos los otros sectores de su vida. ¿Por qué el amor iba a escapar a esta lógica? ¿Porque nos hace experimentar un huracán de emociones irrepetibles? Las emociones son monedas transaccionales, hoy en día.

Respecto a esto último, me gustaría explayarme acerca del «amor» y su condición constructiva. Hace muchos años, un profesor de filosofía exclamó la siguiente frase que se estampó en mi memoria: “Yo no estoy enamorado de mi mujer. Al contrario: la amo”. En su momento, no entendí la frase; pero, a día de hoy, comprendo perfectamente lo que quiso expresar. El proceso del «enamoramiento» con una pareja, son aquellos meses “mágicos” en donde toda la grandeza y magnificencia del amor nos invade. Aquello que nos nubla los sentidos y descontrola nuestra anatomía a cada instante. Un goce eléctrico. Ahora bien, el «amor» como tal, es una construcción de a dos que se realiza día a día, con un significado y razón a futuro. Aquello que requiere un desprendimiento, por demás importante, del ego y esfuerzo de construcción con vistas al mañana, no es compatible con el hiperindividualismo manifiesto en la modernidad líquida. “Para toda la vida”, es un vencimiento inaceptable en el océano que conforma nuestra sociedad.

Respecto al «hiperindividualismo», este otro concepto clave para entender el mundo social que nos rodea hoy en día. El individualismo es, sin lugar a dudas, el factor clave de la época que estamos atravesando. Todas las aristas sociales, son impactadas por este concepto. El mundo del 2024, es un mundo pensando para y por el individuo. Lo colectivo es pecado, hoy en día. El amor, como ya hemos comentado, es una construcción de a dos. Este proceso, requiere un desligamiento mayúsculo del ego, en pos de brindarse en vida y alma a la otra persona. ¿En qué cabeza cabe que, en la era del ego y el individuo exacerbado, esto pueda llegar a existir? ¿Cómo yo voy a poner a otro individuo por encima de mi propio ego? A sazón de esto, es que, hoy en día, se ven muchas más parejas que no son pares, justamente. El goce, lo inmediato, el placer efímero y rabioso prevalece por sobre una construcción que se expone hacia el infinito. Ya no existen las restricciones, para reservarlo a otro amado. ¿Por qué debería reservarlo, si la sociedad me ofrece, e incentiva, a que avive mi ego? El bombardeo de productos chatarras, no escapa al amor.

Afortunadamente, en esta era en donde parece ser imposible todo lo que se emprenda de a dos, existen todavía personas que se rebelan contra este nuevo orden establecido. Corazones valientes que se arrogan la decisión de amar, pero de amar para siempre. Hedonistas del amor, que bogan por construir el nido de su propio amor. Quizás la sociedad encuentre un placer mayúsculo con su visión cortoplacista. Cada quien puede hacer lo que quiera y lo que le plazca, claro está. Pero, honestamente, no cree que el amor se entienda ni exista en multitud. El mismo, es la construcción, por medio de la total compenetración, entre dos personas; resignando su ego por un bien mayor, al que han llegado ambos: formar una vida juntos. Que un par se interpongan al individualismo actual, es casi un acto de terrorismo social.

Por último, quesera tocar un aspecto que me parece oportuno. Como ya se ha planteado, el amor, en su prístina concepción, refiere al desligamiento total del ego. Algo que he observado en muchos jóvenes de hoy en día, es que, por el contrario, sus relaciones no se centran en el despojo del ego, sino en su exacerbación. El tener un número mayor de amantes, pretendientes o remplazar un amor fallido por otro al instante, es un mecanismo de sentirse deseado, querido, añorado: es un alimento voraginoso para el ego, hambriento rabioso.

Me gustaría cerrar este artículo, llamando a todo el mundo a entregarse al amor, siempre que así lo sientan. No existe concepción de la vida más bella, que la hecha de a dos. La complementación, compenetración y el respeto mutuo, para forjar un lazo perdurable que rodee nuestra vida… es la motivación más grande que este mundo sombrío nos puede ofrecer. Encontrar los espacios parar reír, dialogar y apasionarse; dar rienda suelta al deseo de las pasiones embebidas en el lívido; el planificar una vida juntos—en una sociedad donde absolutamente todas sus aristas son perecederas—; vivir por y para el otro; sepultar el ego bajo todo el peso del universo, sólo para poder poner en la cúspide al nido que hemos creado con nuestras cuatro manos; lograr todo esto cada día de la vida, sin mirar el tiempo que ha pasado detrás; sentir lo mismo por esa persona, con la que ya el paso del tiempo debería haberla llevado al olvido… es el acto de felicidad más fuerte que un corazón humano puede sentir. Amen, carajo; que amar es un acto de rebeldía, hoy en día.

  1. Díaz Lastreto, Carlos. Modernidad Liquida. Zygmunt Bauman. 2017. Disponible en el siguiente link: https://lastreto.blogspot.com/2017/03/modernidad-liquida-zygmunt-bauman.html ↩︎